Es complicado y a la vez gratificante recordar como empecé a trabajar la madera…recordar cuando era un niño de poco mas de tres años, con unos padrinos maravillosos, mi madrina una señora ya con la nieve de los años cubriendo su cabeza que cada mañana al despertar me daba una taza de leche de vaca de esa que se envasaba en forma artesanal en unas botellas de vidrio grueso y la pasaba a dejar un señor todas las mañanas, y con un huevo revuelto conformaba mi desayuno, luego de eso salía al patio y miraba las plantas, jugaba con una gata que se llamaba Pelusa y un perro grande y peludo que se llamaba Maro, luego seguía mi camino al taller de mi padrino donde los aromas de la madera nativa no dejaba ningún espacio sin inpregnar.
Mi primer día en el taller de mi padrino, lo recuerdo como si hubiera sido hace cinco minutos atrás, cuando me regalo un cepillo que para mis manos era grande y no media mas de quince centímetros de largo y para que hablar de los demás cepillos eran gigantescos aun algunos son grandes, pero ya no todos y mi pequeño cepillo es una miniatura, pero en esos días en que yo era un niño, ese cepillo me entretuvo días entero mientras acompañaba a mi padrino en su trabajo con la madera y lo observaba como le daba forma, como un trozo de madera se transformaba en una mesa o una silla y yo lo miraba con mis grandes ojos verdes sin darme cuenta que de apoco este señor artesano inculcaba en mi el amor por la madera, como el aroma a madera nativa me invadía cada célula de mi cuerpo y cuando ahora llego a un taller donde se trabaje la madera nativa, es inevitable transportarme en el tiempo y recordar como disfrutaba y como compartía con mi padrino días entero en su taller, son días que no regresaré a vivir … por que este señor ya no esta en este mundo, pero si esta conmigo cada ves que huelo el aroma a madera nativa.
Que más puedo decir de cómo trabajo la madera, simplemente la trabajo con amor
Un amor que inculco en mi un Señor Artesano llamado
JORGE DÍAZ V.
JOSÉ TOMÁS ALFONSO
CABALLERO CARRASCO